viernes, 13 de agosto de 2010
El último Catón
Un poco desesperado por leer algo entretenido en mi seana de vacaciones de agosto, me decidí a comprar en el Carrefour "El último Catón" por 6,95 euros. La compra parecía buena a raíz de la cantidad de libros vendidos por su autora: Matilde Asensi; además así, variaba un poco de género y me pasaba a la novela de aventuras con tintes fantásticos.
Argumento: Bajo el suelo de la Ciudad del Vaticano, encerrada entre códices en su despacho del Archivo Secreto, la hermana Ottavia Salina, paleógrafa de prestigio internacional, recibe el encargo de descifrar unas extrañas escarificaciones aparecidas en el cadáver de un etíope: siete letras griegas y siete cruces. Junto al cuerpo se encontraron tres trozos de madera aparentemente sin valor. Todas las sospechas van encaminadas a que esos pedazos pertenecen, en realidad, a la Vera Cruz, la verdadera cruz de Cristo.
Tengo que decir que, pese a haber acabado la novela, no me ha gustado. La verdad es que este tipo de novelas no me suele interesar pero intenté un nuevo acercamiento que una vez más me ha decepcionado.
La novela está plagada lugares comunes:sus personajes (desde la monja que va desencantándose de su vocación hasta el agente secreto del Vaticano de vuelta de todo y que se dedica a borrar las "falta" y "problemillas" de la jerarquía Vaticana. Lugares comunes son también las pruebas que tienen que ir pasando los protagonistas (compuertas que se cierran ,laberintos, puzzles,...) que inundan la novela. Esto hice que me fuera saltando algunos párrafos que me resultaron bastante aburridos (todas las partes que que los protagonistas analizan los versos de la Divina Comedia). Todos estos clichés que inundan la novela conducen a un patético final que me causó un poco de hilaridad...y que no contaré por si algún incauto decide leer este libro.
Una novela que no recomiendo. Además le sobra un tufillo contra la jerarquía de la Iglesia Católica que está muy visto y manido. El típico "creo en Dios pero no en la Iglesia ni en sus líderes (véase el Papa).
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